En el ámbito de los objetos olvidados existe una danza cautivadora entre la naturaleza y el abandono. Entre los restos de la presencia humana, los árboles se extienden con sus zarcillos de madera, abrazando y entrelazando los artefactos abandonados. El tiempo teje su tapiz a medida que estos objetos olvidados quedan atrapados en las garras de la implacable determinación de la naturaleza.
Una bicicleta oxidada, olvidada en un rincón desolado, es consumida poco a poco por el bosque invasor. Los zarcillos de un árbol envejecido se entrelazan con los restos del esqueleto, recuperando los componentes de metal y caucho como propios. El ciclo de crecimiento y decadencia se fusiona, a medida que la bicicleta se vuelve una con la tierra de la que se originó.
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