Un perro de tres patas torturado se convierte en un perro de terapia y les da confianza a los niños con discapacidades físicas.

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En el corazón de Lexington, en el Hospital Infantil Shriners, un extraordinario perro llamado Chance está causando un profundo impacto. Su viaje de perro rescatado con un pasado trágico a perro de terapia certificado es una historia conmovedora de resiliencia, compasión y el poder del amor.

La historia de Chance comenzó con la adversidad, ya que fue descubierto en un estado lamentable, muriendo de hambre y con una bala alojada en el hombro. Camp Jean Rescue, un grupo de dedicados amantes de los animales, acudió a su rescate, brindándole la atención médica que tanto necesitaba y, lo que es más importante, una segunda oportunidad en la vida. A pesar de sus mejores esfuerzos, la pata delantera de Chance no pudo salvarse y los veterinarios tuvieron que amputarla, junto con la clavícula y el hombro, para tratar la herida de bala.

Seis semanas después de la cirugía que le salvó la vida, Chance encontró un nuevo hogar con Andrea White, una exenfermera de Shriners. Inspirada por su naturaleza amable, inteligente y obediente, Andrea decidió buscar la certificación de terapia con mascotas para Chance. Tenía una misión única en mente: visitar pacientes con deficiencias en las extremidades, al igual que Chance.

Juntos, Chance y Andrea se sometieron al entrenamiento de mascotas de terapia Love on a Leash, y no pasó mucho tiempo antes de que Chance estuviera patrullando los pasillos del Hospital Shriners para Niños Lexington como un perro de terapia certificado. Su misión principal era brindar consuelo y sonrisas a los niños que enfrentaban desafíos similares a los suyos.

Para Chance, estas visitas al hospital eran una forma de “trabajo” y las esperaba con ansias. Su entusiasmo era palpable cuando llegó al hospital, listo para ayudar y brindar consuelo a los niños que viven con diferencias en las extremidades.

Cada familia que visitó Chance quedó profundamente conmovida por el tiempo que pasaron con él. Emily Yost, cuyo hijo de 4 años, Arlo, es paciente del Hospital Shriners para Niños Lexington, compartió la profunda experiencia de su familia. La simpatía y la simpatía de Chance eran evidentes y dejaron una impresión duradera en los niños que conoció.

La energía positiva que aportó Chance se extendió más allá de los pacientes jóvenes y llegó al personal del hospital. Beth English, terapeuta recreativa terapéutica autorizada en el hospital, señaló que la presencia de Chance ayudó a aliviar la ansiedad y el estrés durante las largas visitas a la clínica de prótesis. La anticipación de ver el movimiento de la cola y el rostro amigable de Chance hizo sonreír tanto a los pacientes como a sus familias.

Cuando Chance está fuera de servicio, disfruta pasar tiempo con su compañera humana, Andrea, y jugar con su hermana, la perra rescatada, Sadie. Andrea espera que el conmovedor trabajo de Chance inspire a los amantes de los animales a apoyar programas de terapia con perros en diversos entornos, como hospitales, residencias de ancianos, escuelas, aeropuertos y bibliotecas. La historia de Chance es un testimonio del increíble vínculo entre humanos y animales y del poder transformador de la compasión y la dedicación.