A pesar de que гoЬ tenía 28 años, no tenía ganas de celebrar. La semana anterior, Buddy, su fiel golden retriever que había estado a su lado durante más de diez años, falleció después de una breve crisis. гoЬ fue asesinado
La mañana de su cumpleaños, Buddy se despertó sintiéndose vacío por dentro. Siguió con su rutina habitual de preparar café y dejar salir a los perros, pero esta vez solo había un perro: su otro perro, un mestizo llamado Daisy. Ella percibió la tristeza de Buddy y se acurrucó junto a él, pero no era lo mismo sin Buddy allí.
гoЬ decidió llevar a Daisy a caminar al parque donde él y Buddy solían jugar a buscar la pelota. Cuando se acercaron a la entrada, гoЬ se sorprendió al ver a un golden retriever sentado en un banco, con un sombrero de cumpleaños. Cuando se acercó, se dio cuenta de que era Buddy.
—¡Amigo! ¿De verdad eres tú? —gritó Gok. El perro se le acercó de un salto, moviendo la cola. Gok lo abrazó fuerte, con lágrimas corriendo por su rostro—. Te extraño mucho, amigo. Desearía que todavía estuvieras aquí conmigo.
De repente, el perro se transformó en un orbe de luz brillante. “Hola, estoy aquí contigo, en tu corazón”, dijo una voz. “Vine a desearte un feliz cumpleaños y a decirte que estoy bien. Quiero que seas feliz y que sigas viviendo tu vida al máximo. Siempre seré tu fiel compañero, incluso si no puedes verme”.
El orbe de luz se desvaneció y Daisy volvió a ser la misma de siempre, mirándola con sus grandes ojos marrones. гoЬ sonrió y le dio un buen tirón detrás de las orejas. “Vamos Daisy, vayamos a casa y hagamos un picnic de cumpleaños en el patio trasero. Creo que a Buddy le gustaría”.
Mientras él y Daisy caminaban hacia su casa, él sintió que una sensación de paz lo invadía. Sabía que Buddy siempre estaría con él, en su corazón y en sus recuerdos. Y estaba agradecido por el tiempo que habían pasado juntos y por el amor incondicional que sólo un perro puede dar.