Un hombre que viajó a la isla de Praslin en el este de África creyó haber encontrado el Jardín del Edén cuando vio el árbol Coco de Mer.
En las islas de Praslin y Curieuse, en las Seychelles, se cultiva una especie de palmera considerada “única” en el mundo, llamada Coco de mer (coco de mar). Este tipo de palmera tiene un cuerpo esbelto, de más de 30 m de altura, y hojas en forma de abanico de casi 5 m de longitud. Lo que hace tan famosa a esta planta son sus semillas. Las cuentas de Coco de Mer son grandes, pesadas y tienen exactamente la misma forma que el trasero de una mujer. Uno de los nombres antiguos de Coco de mer era Lodoicea callipyge. La palabra “callipyge” en griego significa “hermoso trasero”.
El coco de mer es una planta con muchos misterios y asociada a leyendas. Antes de que los humanos descubrieran y colonizaran las Seychelles, las nueces de árbol a menudo llegaban a costas lejanas, como las Maldivas (de ahí el otro nombre de coco de Maldivas).
Aquí la gente los recolecta y los comercializa. Debido a su forma y tamaño especiales, las semillas de Coco de Mer son consideradas por muchas personas como un artículo atractivo, que tiene un efecto estimulante y ayuda a las personas a tener actividades sexuales más fuertes.
Cuando el coco de agua cae al mar, debido a su gran peso, se hunde hasta el fondo. Después de un período considerable de inmersión en agua, la cáscara exterior se desprende por sí sola, las semillas del interior se descomponen y flotan en la superficie del agua. Muchos marineros que las vieron creyeron que eran semillas de un árbol que crecía en el fondo del mar, en un bosque en el fondo del Océano Índico. Es esta creencia la que les hace llamarlos Coco de mer (en francés, que significa “coco del mar”).
En aquella época, las nueces de Coco de Mer valían más que todas las nueces que se encontraban en el océano, pasando a ser propiedad privada del Rey. La gente los vende a precios muy altos o se convierten en preciosos obsequios reales. Los príncipes de Medio Oriente, incluso el emperador romano Rodolfo II, alguna vez dieron una fortuna a cualquiera que encontrara estas raras cuentas.
A mediados del siglo XVIII, los exploradores descubrieron esta planta dividida en masculina y femenina. Si las semillas de Coco de mer tienen forma de trasero de niña, se toman de un árbol femenino, mientras que las plantas masculinas tienen flores en forma de órgano sexual masculino.
El extraño parecido con los sensibles órganos humanos llevó a los indígenas a tejer la leyenda de que en una noche de tormenta, los árboles masculinos y femeninos tenían una relación entre sí. Si alguien viera accidentalmente esta escena, moriría o se quedaría ciego.
Hoy en día. Gracias a su tamaño y forma inusuales, los indígenas creen que las semillas de Coco de mer son eficaces para mejorar la vida en el dormitorio.
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