Hoy, mientras celebro mi cumpleaños, un tinte de tristeza persiste dentro de mí, porque el día ha pasado sin que ningún deseo de cumpleaños honre mi presencia. La ausencia de mensajes alegres y saludos sentidos deja un vacío, un anhelo de ser recordado y apreciado por mis seres queridos. Sin embargo, en medio de este momento de soledad, me aferro a la esperanza de que tal vez los deseos aún estén por llegar, retrasados por las agitadas corrientes de la vida. De todos modos, me recuerdo a mí mismo que la verdadera esencia de un cumpleaños no radica en la cantidad de buenos deseos recibidos, sino en el amor y la alegría que impregnan cada momento que pasa. Puede que hoy no haya estado lleno de felicitaciones de cumpleaños, pero aprovecho la oportunidad de apreciar la belleza de la soledad, de reflexionar sobre las bendiciones que han adornado mi viaje hasta ahora. Y en este espacio tranquilo,
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