El biólogo Gerardo Ávalos ha demostrado que las raíces del árbol no se mueven y, aunque algunas raíces pueden morir, el tronco permanece estacionario.
Cualquiera que haya visto alguna vez a la peculiar planta carnívora Venus atrapamoscas devorar una mosca sabe que las plantas pueden adoptar un comportamiento decididamente diferente al de las plantas. Los árboles, como todos sabemos, son bastante estacionarios: permanecen más o menos donde los plantas, y nadie se preocupa por encontrar un árbol deambulando por un parque o patio trasero.
Hay una única excepción, dicen algunos: la llamada palmera andante (Socratea exorrhiza) que se encuentra en América Latina. Mucha gente cree que puede literalmente caminar (más o menos). Esto se debe a su inusual sistema de raíces; Si bien la mayoría de los árboles tienen un tronco, la palma se divide en muchas raíces más pequeñas a unos pocos pies del suelo, lo que le da la apariencia de muchas patas pequeñas.
Los guías de la selva tropical han contado a los turistas durante años la asombrosa capacidad ambulatoria del árbol andante, y aparece en muchas fuentes como una asombrosa adaptación de la planta. Como escribe la periodista Sherry Seethaler en su libro “La gente curiosa pregunta 2” (2011, FT Press): “Los guionistas que busquen la planta protagonista perfecta de una película de serie B podrían inspirarse en la palmera andante, que se encuentra en las selvas tropicales de América Central y del Sur. El árbol ‘camina’ lentamente desde la sombra hasta la luz del sol haciendo crecer nuevas raíces hacia la luz y permitiendo que mueran las raíces viejas que interfieren con su pasión por los viajes”.
Un árbol que camina en busca del sol es una historia fascinante y extraña. Por desgracia, tampoco es cierto; El árbol es bastante real, pero no camina, ni siquiera tropieza. Se sienta donde brotó, sin moverse excepto bajo la fuerza del viento (o un hacha).
El biólogo Gerardo Ávalos, director del Centro de Estudios sobre Desarrollo Sostenible en Atenas, Costa Rica, es uno de los mayores expertos mundiales en la Socratea exorrhiza. Su análisis de 2005 de la planta y sus raíces (publicado en la revista Biotropica) muestra que, contrariamente a la creencia popular (y a su nombre), el árbol andante no puede caminar porque sus raíces no se mueven. Algunas raíces de un lado u otro pueden morir, pero el tronco en sí permanece, bueno, enraizado en el lugar.